Escribir un diario, una carta o copiar un poema por simple placer (pero hacerlo a la vieja usanza, a mano) puede resultar un gran estímulo para nuestro cerebro, además de
proporcionarnos momentos de intimidad y bienestar.
La escritura manuscrita ayuda a expresar mejor los pensamientos y las ideas, a fijar conceptos y a mantener activa la mente. También facilita el aprendizaje de formas, símbolos y nuevos idiomas.
Por ello, animo a los adultos a no perder el hábito de escribir a mano y a fomentar esta constumbre entre los más pequeños.
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