Para
la mayoría, la Primavera es la estación preferida del año y eso se debe a que la
llegada del sol dispara un estado contagioso e indisimulable: el buen
humor.
La luz solar tiene un efecto directo sobre el estado de
ánimo. De hecho, para la depresión estacional (que ocurre en invierno)
uno de los tratamientos es dar luz, dar primavera. Pero a lo biológico hay que sumarle lo social: si hay
más horas de sol salimos más y si tenemos mejor humor tenemos más ganas
de relacionarnos. Además, usar menos ropa representa un ícono cultural
que hace que miremos al otro y nos miremos de un modo diferente.
Tal
es la necesidad del cerebro de recibir luz solar que varios estudios
científicos hablan, incluso, de “adicción”. Se ha demostrado que
existen neuronas que se activan frente a la luz, y que muchas se ubican
en áreas del cerebro que son críticas para nuestro ánimo. Pero además,
cuando se activan, ponen en marcha circuitos del cerebro que incluyen a
las áreas del placer y de la recompensa: las mismas que se activan
frente al sexo, las drogas, el chocolate y otros estímulos positivos. Para muchos científicos, esto podría explicar que
algunas personas desarrollen una adicción a la exposición solar, pues al
activar circuitos de recompensa, se perpetúan las conductas.
Pero
las sensaciones placenteras no sólo giran alrededor del sol: también
vienen de las flores. En esta estación aumentan los procesos de
olfación. Cuando uno huele el perfume
de una flor que nos remite a un recuerdo placentero se estimulan
diferentes partes del cerebro, como el hipocampo. Allí está la memoria
y, al lado, la memoria emocional. Por eso, cuando la olemos,
recapturamos información emocional guardada en la memoria.
La primavera es el momento perfecto para renovar tus objetivos, refrescar tu casa, y liberar el jardín de las capas invernales.
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