domingo, 7 de diciembre de 2008

El contenido de la felicidad

La más audaz de las travesías, el descubrimiento del más exótico de los paisajes, la más remota de las peregrinaciones no pueden proporcionarnos nada distinto a un estado de ánimo; lo mismo hay que decir de la batalla más reñida o la brega aventurera más peligrosa. Pero la inversa es cierta: algunos de los estados de ánimo más perturbadores no se deben a ningún viaje espacial ni a ningún enfrentamiento con enemigos exteriores. Si falta el estado de ánimo adecuado, la sensibilidad de la conciencia para lo maravilloso o lo terrible, no habrá heroismo ni aventura aunque el sujeto se pase la vida correteando de león en león y de océano en océano.../...

Pero cuando el alma se dispara y entra en trance explorador, la aventura nunca falta, aunque el cuerpo no haga otro recorrido que el muy común que lleva desde el portal de casa hasta el quiosco de periódico más cercano, o aunque permanezca inmóvil en una cama de enfermo, como Proust, o abrazado por una camisa de fuerza en el fondo de un calabozo, como el peregrino estelar de Jack London. Es decir, que lo que nos pasa, siempre pasa dentro. A fin de cuentas, toda experiencia es interior.

(Fernando Savater).

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