lunes, 20 de junio de 2011

Instantes




Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.



Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.



Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.



Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.



Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.



Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.



Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.






Poema atribuido a Borges, pero cuyo real autor sería Nadine Stair.

Perdonemos para no enfermar



Las enfermedades vienen de la rabia reprimida y mal canalizada.
Esa rabia rerpimida se convierte en tristeza y depresión.
Cuando sientas esa emoción, busca la causa profunda que la origina y perdona.
Perdónate por no haber sabido afrontar mejor esa situación, lo hiciste lo mejor que pudiste, dadas tus circunstancias y conocimientos.
Perdona a la persona que la provocó porque ésta a su vez actuó buscando su mayor bien, aunque fuera a costa del tuyo, pero de cualquier modo ese no es tu problema.
Sé consciente de tu rabia y de tu tristeza, no las pases por alto, transfórmalas a tiempo antes de que pasen al plano físico.

martes, 14 de junio de 2011

Responsabilizarnos de nuestros sentimientos



Cuando culpas a otro, pierde tu poder porque le trasladas la responsabilidad de tus sentimientos.
Las personas que hay en tu vida pueden provocarte respuestas incómodas. Sin embargo, ellas no han entrado en tu mente ni han creado esos resortes que te han hecho saltar.
Responsabilizarnos de nuestros sentimientos y reacciones es dominar nuestra habilidad para responder.
En otras palabras, aprendes a elegir conscientemente, en lugar de limitarte a reaccionar.
Concédete el don de librarte del pasado y adentrarte con júbilo en el ahora.